Mujer jugando con un gato, de Pablo Picasso |
En
mi casa parecía que el gato fuera la persona más importante para mi mujer, y
digo persona porque así me lo refregaba ella cada día : «Es como una personita,
la que más quiero». Tanto era así que poco a poco fui aprendiendo sus maneras
para poder acercarme a ella. Con esa intención almohadillé mis zapatillas para
no hacer ningún ruido, me puse un desinfectante aromatizado y salía y entraba a
casa sin avisar, en absoluto silencio. Cuando pasaba por detrás de ella,
procuraba rozarla con mi espalda y si era ella la que me tocaba, me encorvaba
de manera ostentosa, y hasta llegué a beber en escudilla, tomar de aperitivo
comida para gatos e incluso sentarme con él en la ventana para maullar a la
luna.
Conseguí
hacerme amigo del gato y de esa forma volví a sentir el cariño de mi mujer,
pero me echaron de mi trabajo en una clínica veterinaria porque —así me lo
dijeron— volvía locos a los perros.
Genial
ResponderEliminarGracias. Como la vida misma.
ResponderEliminarClaro. No se puede consentir que una de las dos razas, dos enemigos irreconciliables, tuviera como aliado a un ejemplar de una raza más evolucionada.
ResponderEliminarPor ello, los perros celebraron un referéndum vinculante y declararon la independencia de sus habitáculos.
El hombre, claro tuvo que cerrar candados de perros, gastos, pájaros y demás animales.
La libertad en la clínica se resintió tres la aplicación del artículo
Al fin y al cabo,son seres irracionales,no como el género humano,que es.....(pausa,cara de pensar,suspiro profundo del que esto escribe)..... irracional.
EliminarMe gustó.
ResponderEliminarGracias.
EliminarAplausos.
ResponderEliminarGracias
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