Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 21 de septiembre de 2018

Celos

Mujer jugando con un gato, de Pablo Picasso

En mi casa parecía que el gato fuera la persona más importante para mi mujer, y digo persona porque así me lo refregaba ella cada día : «Es como una personita, la que más quiero». Tanto era así que poco a poco fui aprendiendo sus maneras para poder acercarme a ella. Con esa intención almohadillé mis zapatillas para no hacer ningún ruido, me puse un desinfectante aromatizado y salía y entraba a casa sin avisar, en absoluto silencio. Cuando pasaba por detrás de ella, procuraba rozarla con mi espalda y si era ella la que me tocaba, me encorvaba de manera ostentosa, y hasta llegué a beber en escudilla, tomar de aperitivo comida para gatos e incluso sentarme con él en la ventana para maullar a la luna.
Conseguí hacerme amigo del gato y de esa forma volví a sentir el cariño de mi mujer, pero me echaron de mi trabajo en una clínica veterinaria porque —así me lo dijeron— volvía locos a los perros.


8 comentarios:

  1. Claro. No se puede consentir que una de las dos razas, dos enemigos irreconciliables, tuviera como aliado a un ejemplar de una raza más evolucionada.
    Por ello, los perros celebraron un referéndum vinculante y declararon la independencia de sus habitáculos.
    El hombre, claro tuvo que cerrar candados de perros, gastos, pájaros y demás animales.
    La libertad en la clínica se resintió tres la aplicación del artículo

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    1. Al fin y al cabo,son seres irracionales,no como el género humano,que es.....(pausa,cara de pensar,suspiro profundo del que esto escribe)..... irracional.

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