Le salon burguesa, de James Ensor |
Frente a la chimenea, el marqués observaba el retrato que le
hicieron de joven, con sus galas militares, enmarcado en plata. Solo la vieja alfombra
de piel de tigre, ennegrecida por el humo, y dos candelabros de bronce daban
algo de calidez a la estancia, llena de sombras y recuerdos.
Sobre la repisa del hogar, entre las figuras de porcelana,
la foto de su boda, varios libros polvorientos encuadernados en piel granate, una
gran telaraña que le produjo un amargo sentimiento de decadencia. Sin
plantearse la posibilidad de quitarla, cerró los ojos y se dejó llevar por el
sueño.
La decadencia empieza ¡Ay! por uno mismo.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarEl Marqués tendrá que evitar que el tiempo lo convierta en un mueble más.
EliminarA lo mejor, el Marqués se despierta, y todo fue un sueño. Pero es tu personaje.
ResponderEliminarPuede que al despertar decixiera quitar la telaraña...
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