Reloj con ala azul, de Marc Chagall |
Recuerdo mis inviernos pasados, el frío de las habitaciones
y la oscuridad de los días. En el salón se ensoñoreaba el silencio, solo roto
por el crujir de la madera en la chimenea. Frente a ésta, mi abuelo en su
sillón de orejeras con tapicería de flores y pájaros beis, sienas y rosados.
Alrededor, mi padre, mis hermanos y yo, sentados, absortos en el juego de luces
y sombras del hogar, y del tic-tac monótono del reloj de pared, marcando las
horas, los días, los años.
El salón se fue haciendo más pequeño y silencioso, mi padre
encaneció y el calor de la mesa camilla nos reunía frente a la radio que
descansaba sobre la chimenea, traicionada por el calor del butano. Encima de la
tarima, dos figuras de porcelana, los retratos de boda de mis abuelos y mis
padres, y cinco o seis libros de piel granate con ribetes dorados. En la pared,
el reloj, marcando el paso de los días, de los años.
Hoy, ya cansado y plateado, en el sillón, cubierto por una
tela granate que tapa los pájaros y las flores de la tapicería, me siento en
absoluto silencio. Observo la chimenea apagada,
los accesorios dorados y el antiguo soplillo arrinconados, los retratos
de las bodas de mis padres, abuelos y mía, las figuras de porcelana sobre la
tarima cubierta de una fina capa de polvo, y la luz horizontal de la ventana
iluminando el viejo reloj.
Paso así las horas perdidas y sigo el ritmo cansino del tiempo
indefinido y el sonido de las campanadas, que señalan los cuartos y las medias
ganadas y las horas perdidas. El reloj, sobre la chimenea, continúa marcando
los años.
Excepcional, Ezequiel! Me ha llegado al alma. Nada menos que tres generaciones en unas cuantas líneas.
ResponderEliminarGracias Theo. El tiempo es la barca en navegamos todos.
EliminarMuy bonito Eze. Sigue marcando el tiempo aunque se pare porque aguanta el paso del tiempo mejor que los abuelos, que nuestros padres y que nosotros.
ResponderEliminarEl tiempo suena a días para los niños, a meses para los adultos a años para los ancianos y los recuerdos siguen el mismo ritmo. Mi reloj anda cada día más deprisa.
EliminarHay objetos que saben mantenerse a lo largo de los años, en el caso del reloj de tu relato, debe ser porque tienen un pacto con el tiempo.
ResponderEliminarBuen relato, Ezequiel.
Un abrazo
El tic-tac-toe del reloj y nuestros latidos marcan el devenir de nuestra historia, nuestro pasado y el futuro.
EliminarGracias Ángel.