Estudio
de un anciano, de Jan Lievens
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˗˗Yo
era pequeño, —contaba Bisabito al terminar la comida, rodeado de su numerosa
familia- pero nunca olvidaré el día que fallecieron mis padres y me fui a vivir
a casa de mis abuelos, ni cuando éstos murieron y me acogió mi otra abuela.
Poco después fueron unos tíos míos los que me llevaron a su casa, y así siguió
mi vida hasta que, huérfano y sin familia terminé en un orfanato. Al cumplir la
mayoría de edad y encontrar un trabajo pude, por fin, rehacer mi vida y fundar
una familia y, el mismo día en que tuve mi primer hijo, prometí públicamente
que jamás permitiría que ni él ni los que estaban por llegar, pasaran por lo
que yo tuve que pasar, que jamás los dejaría solos, y os obligué a todos a
repetirlo en el momento en que tuvierais descendencia.
˗˗Y
así lo hicimos, contestaron todos al unísono, levantando la copa.
˗˗Hoy,
rodeado de mis hijos, nietos, biznietos y tataranietos —terminó orgulloso el
discurso—, celebro mi cumpleaños, apagando las ciento setenta velas de esta
tarta.
Era un pelín gafe, eso si más quisera yo tener su palabra dada... o no
ResponderEliminarMala suerte al inicio, pero una firme determinación que le llevó a un futuro mejor para él y los suyos. Puede haber otras versiones sobre si es mejor o no, parecen satisfechos juntos.
ResponderEliminarParecen satisfechos, parecen felices, pero, sobre todo, parecen unidos
ResponderEliminarUna saga feliz e inmensa. Una buena historia para Macondo.
EliminarCien años de compañía
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