Para el concurso G27 de la XII quedada muicrorrelatista de Sevilla (Fuera de concurso, por lo que me permito saltarme muchas de las normas, para disfrute del escritor y, espero, del lector)
SEMANA SANTA EN SEVILLA
Ezequiel Barranco
Corría el año 2035 cuando, a la vista de los fracasos de las ediciones previas, se decidió dar un giro a la celebración sevillana del Domingo de Ramos. Para evitar el descontrol y las erráticas aglomeraciones se programó que las nueve hermandades salieran, una tras otra, de tres en tres, rodeando el casco antiguo de la ciudad. Serían como tres desfiles en perfecto orden que dejarían entre ellos tres espacios libres para que la población deambulara sin problemas.
Pero ocurrió que la hermandad que encabezaba el primer cortejo se retrasó por amenaza de lluvia arrastrando con ello a las otras dos, que hicieron que el segundo grupo tuviera que esperar al último palio del anterior, y también acumuló retrasos, que complicaron la marcha del tercer grupo, hasta el punto que los cortejos formaron una especie de pescadilla que se muerde la cola, que impedía continuar andando y cerró totalmente la entrada y salida al circulo que habían creado alrededor del centro de la ciudad.
Los Hermanos Mayores de las distintas cofradías fueron muy severos y prohibieron a los nazarenos y miembros de las banda de música que abandonaran la fila hasta que se resolviera todo. Pero la solución no era fácil y pasaron días, meses y años sin que nada se moviera hasta el punto en que llegó un momento en el que algunos de los penitentes, por la edad, enfermedad o simplemente por cansancio y hambre, comenzaron a fallecer. A la vista del problema, el Presidente de la Agrupación de Cofradías pidió que fueran sustituyéndose hasta que se pudiera solucionar el problema, y el pueblo, fiel y solícito, fue cumpliendo la tradición y sin titubear, fueron sustituyendo a sus padres, tíos y amigos o simplemente cumpliendo con el deseo de acompañar a las sagradas titulares de su hermandad.
Siguió pasando el tiempo y aumentando las bajas sin que ya se encontraran voluntarios. Entonces se decidió contratar a los mejores escultores para que hicieran nazarenos de bronce con el traje estatutario de la hermandad correspondiente, y a miembros de su taller para que, con madera de pino policromada, reprodujeran a acólitos, capataces, costaleros, músicos y “aguaores”. La imagen de Sevilla en Semana Santa segunda dibujándose a la perfección para seguir atrayendo devotos, curiosos y turistas.
Animados por el éxito, buscaron en las Escuelas de Bellas Artes voluntarios que reprodujeran con vaciado de escayola al público. Así crearon a niños, a perritos, a vendedores de globos, quiosqueros, carteristas, churreros, fotógrafos, turistas, y policías y guardias civiles a caballo y todos los variopintos personajes que se les ocurrieran; y a los menos aventajados, les encargaron las figuras que quisieran hacer para ponerlas en las esquinas y recrear con ellos la inevitable y siempre presente pero ordenada, bulla.
Todo parecía perfecto. El Presidente de la Agrupación de Cofradías decía orgulloso en su discurso del año 2040 “Sevilla sabe mantener el orden, la tradición y la cordura; Sevilla no me ha dejado”, pero el inmenso centro histórico de la ciudad y los alrededores, encorsetados por la larga e inmóvil comitiva, se fue quedando muerto por la imposibilidad de entrar, salir e incluso acercarse a él. “Todo un éxito de organización” decían los entendidos viendo la el mayor monumento a la Semana Santa creado en la historia.
Fantasía imaginada en lashoras de espera en el anochecer del Domingo de Ramos en el centro de Sevilla.
Creo que estamos avocado a eso sí no cambiamos. Muy acertadas la favtadia y muy real . Jijiji. Olé
ResponderEliminarEsperemos que poco a poco, las aguas vuelvan a su cauce.
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