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Shooter. El tirador. Fotograma |
Desde su atalaya vio dividirse a las naciones en parcelas de odio, como las ciudades de cuarteaban en minúsculos barrios, cada uno de ellos en bloques formados por pequeños apartamentos, y cada fachada en cientos de ventanas, todas iguales, vacías. Tabicó su casa, cerró habitaciones, transformó sus ojos en una lente, su mirada en un caleidoscopio, y su mano en cinco martillos. Se encendió entonces una luz, respiró, parceló su cordura en ilusorias justificaciones, levantó un muro entre el corazón y sus manos, entre la razón y su decisión, acechó a su presa y disparó.
Un rictus
de dolor y, quizás, arrepentimiento en su rostro exánime fue el postrero mensaje que
dejó el último superviviente que se conoce de la cruel guerra fraticida.
Era un profesional especialmente motivado, de fuerte vocación.
ResponderEliminarMientras pudo disparaba a todo lo que tenía vida, pero todo se acaba y un día se quedó sin presas. Sólo quedaba una y le disparó.
Aunque le costó su vida.
Ni el esfuerzo, ni la efectividad, ni la voluntad definen el éxito de una acción; es la bondad de los resultados lo que le da valor.
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