Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 14 de febrero de 2020

Fábulas de este mundo - III: Fábula de la pezjer del palafito

Sirenas músicas. Miniatura inglesa

Ariel era una joven y apuesta sardijer hija de un marino que naufragó en altamar y se casó con una sardina. Su única afición era el mundo viajar, investigar el mundo marino y hacer amigos. Hasta tal punto era así, que pasaba la mayor parte del día buceando y buscando nuevos horizontes en mares y océanos. En uno de sus viajes conoció a Blanquito, un hermoso arenque del que se enamoró y al que conquistó con su gracia, su belleza y los sones de su mágica música. Con ayuda de sirenas y tritones construyó un palafito junto a una isla, en el que unieron sus vidas para siempre. Fruto de su amor, nacieron cuatro preciosas areniñas, que pronto de convertirían en hermosas arenjeres, inteligentes y atractivas, con un torso grácil de pequeños senos, y unas caderas suaves terminadas en una plateada cola con aletas que se movían con tal elegancia que parecían bailar al son de sus melodías. Brazos y aletas las hacían invencibles en la carrera y sus cerebros le permitían una posición envidiable entre los demás habitantes del mar.
Años después Ariel se quedó embarazada de nuevo. Blanquito recibió la noticia con alegría, siempre había sido un buen padre y deseaba aumentar su prole, para la que auguraba un futuro brillante. Pero algo iba mal, el embarazo duraba mucho más de lo estipulado y el abdomen Ariel creció y creció hasta parecer que iba a estallar. Fue entonces parió el esperado retoño, una pezjer, que por el aspecto y el tamaño parecía cachajer, con un torso grácil de pequeños senos, y unas caderas suaves terminadas en una negruzca cola y unas aletas que se movían con torpeza y brusquedad arrastrando todo lo que estaba a su alrededor.
Días después, un hermoso cachalote que rondaba con frecuencia alrededor de la isla apareció muerto, y todos en el mar miraron suspicaces a Blanquito, que había conseguido reunir el mayor banco de sardinas de toda la historia. Mientras Ariel permanecía recluida en su palafito.

2 comentarios:

  1. Desconozco los detalles y la situación pero compadezco a Ariel.
    No debe ser fácil rechazar a un cachalote macho acosador, si no, que le pregunten al capitán Ahab.

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