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La colmena de paja. Ilustración del Siglo XVII |
Construimos
la torre de oficinas más alta del mundo, tenía doscientas plantas.
Las
cien primeras las ofrecimos a países desarrollados y el resto a países
emergentes o en vías de desarrollo. Dividimos las dos zonas con un gran espacio
común de descanso, restauración y servicios.
Cada
una de las dos zonas volvimos a dividirla por idiomas para facilitar la comunicación,
veinte plantas cada una, con un espacio y servicios comunes.
Hicimos
una nueva subdivisión de forma que quedaron diez plantas para cada raza. En el
centro creamos servicios comunes.
Para
que nadie se sintiera excluido o molesto, dedicamos cada una de las diez
plantas resultantes a una religión. Al entrar, zonas comunes, los servicios y
un lugar de oración.
Cada
planta tenía cien oficinas. Cincuenta de ellas las dedicamos a diversos
negocios y las otras a la banca, para facilitar las transacciones. Dos de las
oficinas se reestructuraron para servicios.
Los
bloques de cincuenta oficinas se dividieron de diez en diez de acuerdo con las
posibilidades económicas de cada negocio. Cada bloque tenía su espacio común y
servicios para facilitar el intercambio y la promoción de los más débiles.
El
grupo de diez oficinas se dividió en cinco de dos, una para la propia oficina,
otra para atención al público.
Quedaron
por tanto cinco divisiones de dos oficinas pareadas cada una. Decidimos, para
evitar pérdidas de tiempo, dedicar dos de dichos bloques a varones y los otros
dos a hembras. El sobrante se dejó para los servicios y almacén.
Cada
oficina pareada, se dividió dos en estudios, uno para personas de alto poder
adquisitivo y el otro para miembros de la clase media o baja. La segunda era
más pequeña ya que en una parte de ella se hicieron unos sencillos servicios
compartidos.
El
día de la inauguración no habíamos podido vender ninguna de las oficinas. Nadie
estaba dispuesto a compartir los servicios.
Quizá no sean los servicios lo más adecuado para hacerlos comunes. Los olores y ruidos propios de inodoros y mingitorios no contribuyen exactamente a hacer agradable una zona compartida, aunque los decores.
ResponderEliminar¿Qué tal un bar?
No sé,puede que el sitio no sea el problema.
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