—Tú estás en lo cierto, Sancho —dijo don Quijote—. Vete adonde quisieres y come lo que pudieres, que yo ya estoy satisfecho, y solo me falta dar al alma su refacción, como se la daré escuchando el cuento de este buen hombre.
Verás que su sonrisa se hace más franca, escucharás que susurra tu nombre, pensarás que Lusa se dirige a ti y entonces, en silencio, cogerás el pincel y tu anhelo.